miércoles, 5 de junio de 2013

Patético.

Últimamente (desde que te conozco, hay que aclarar), mi cabeza ha estado dividida en dos personas (yo las llamo cariñosamente María Buena y María Mala) y, más últimamente, la llamada María Mala le ha ganado la partida a la Buena. Por goleada. No es nada raro, tú no le dabas ningún argumento a la Buena para defenderse, lo que conllevó una serie de episodios depresivos por parte de mi persona (sin división de cabeza). Y lloraba, y lloraba, y lloraba... No tienes ni idea de todo lo que he llorado. Que patética me sentía. Maldito hijo de puta. ¿En serio te extrañó que me fuera con el primero que me dio el poco cariño que se supone que me tenías que dar tú?

Quizás...

Y quizás la razón de esa desconfianza, de esa indecisión, de ese miedo, de ese "¿le molestará si le hablo?", de ese no saber qué decir, de no querer hablar con ningún tío por Tuenti, Twitter o cualquier red social se deba a que me acuerdo demasiado de cómo empezó nuestra historia. Y no quiero repetirla, con nadie. Con nadie que no seas tú.