lunes, 12 de diciembre de 2011

Atrapada

Porque tú y yo vivimos en una espiral de constante dolor. Tú y yo vivimos en un laberinto sin salida. Vivimos buscándonos, y cuando nos encontramos y nos tenemos, parece que no nos necesitamos. Tú sigues por un camino y yo por otro, y a los dos pasos nos volvemos a buscar, tú das la vuelta y vienes a por mí. Intentas encontrarme, pero la muralla ya se ha levantado. Yo corro buscando otro camino mientras tú gritas mi nombre. Te busco y no te encuentro, y mientras yo corro, tú intentas tumbar la muralla. Fíjate, ya lo conseguiste, la derrumbaste, pero, ¿dónde estoy yo? Parece que mires a todas partes, por todo el laberinto. ¿No me ves correr? Te estoy buscando, ¡te amo! Caminas un poco. Estás enfadado, puedo notártelo. Y entonces me ves aparecer, ahí llego. ¡Te quiero! ¡Te amo! Chillo mientras me acerco a ti, pero parece que quieras hacer oídos sordos. Sí, te enfadaste, ¿por qué? Yo no estaba porque quería encontrarte más rápido. Eso a ti no te importa. Tus ojos. Tu cara. Todo tú. Me estás mirando con esa mirada que me hace sentir insignificante, estúpida e idiota, y me entran ganas de llorar. Vivimos buscándonos, y cuando nos encontramos y nos tenemos, parece que no nos necesitamos. Tú sigues por un camino y yo por otro, y a los dos pasos nos volvemos a buscar, tú das la vuelta y vienes a por mí. Intentas encontrarme, pero la muralla ya se ha vuelto a levantar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario