lunes, 12 de diciembre de 2011

Es probable

que una montaña rusa no sea tan distinta de la vida al fin y al cabo. Cuando naces y durante toda tu infancia, todo es tranquilidad. Haces amigos, vas al colegio, ries, cantas y bailas. Te diviertes, de momento no hay muchas complicaciones. Podría decirse que es la subida de nuestra montaña rusa, y recuerda lo que dicen: cuanto más se sube, más dura es la caída. Ahí está, ya casi has llegado: la adolescencia. Puedes ver como la vía de la atracción se acaba y empiezan la caída, los loopings, giros, tirabuzones y más subidas y bajadas. Sin duda alguna, igual a la etapa de adolescente. Pongamos ejemplos, que así todo se ve más fácil. La caída: te rechaza el chico que te gusta. Loopings, giros, tirabuzones y demás: peleas con la familia, discusiones, portazos, chillidos. ¿Subidas y bajadas? Subida: Tienes novio. Bajada: Te engaña con otra. ¿Quieres bajar más? Aún se puede. Te engaña con la que tú creías tu amiga. Tranquila pequeña, ya ha pasado lo peor. Ahora viene el descanso, algunas vueltas de nuestra montaña rusa. Son tranquilas, repetititvas: Te levantas, vas a trabajar, y cuando acabas vuelves a tu casa con tu familia. Ya acaba nuestro viaje, apenas una vuelta y una recta más, para que la atracción se vaya deteniendo sola. Jubilación, nietos, asilo... Hasta que ese día llega. Fin de trayecto.

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